
Giuseppe Arcimboldo, mostrándonos en 1573, qué significa la primavera en su cabeza. El cuadro se llama “Primavera” nomás.
Llegó la primavera por esto lados y llegó el momento de usar eso de excusa para renovar. “Ah, pero acá es otoño”. ¡Buenísimo! Una estación nueva, otra excusa para renovar…y esperar el frío. Cuando digo renovar la casa no significa gastar plata ni hacer cambios grandes. Muchas veces, la verdadera renovación surge de lo más simple: sacar, abrir, ventilar y simplificar.
Esto fue lo que hice en estos días en un ataque de furia delante de la acumulación de obligaciones. Me dije: llega la primavera, usemos esto de excusa para hacer el famoso “spring cleaning” pero a la sudamericana o a la Jorge Drexler o en una versión simplificada de la primera ley de la termodinámica: nada se pierde, todo se transforma.
Paso 1 – Abrir
El primer paso es abrir. Abrí todos los cajones, todos los armarios, botiquines, cajas. Andá abriendo todo los muebles que tengas. Y mirá. Parece un consejo bobo, pero antes de empezar, abrí los muebles. Y a pesar de que en casa no hay un montón de cosas, el ver todo abierto y algunas cosas superpuestas, ya no tan fáciles de agarrar o cosas que no agarré hace un par de meses. Abrir muestra aquello que quedó encerrado por algún tiempo y ya ni tenemos registro de eso.
Paso 2 – Sacar
El segundo paso es sacar lo que sobra. Despejá superficies como mesas, estantes o mesitas de luz: cuanto más vacías estén, más espacio vas a sentir. Sacá otras cosas de los muebles que abriste. Y acá insisto en el método de Marie Kondo de no ir cuarto por cuarto y sí categoría por categoría. Recordando que las categorías son ropas, libros, papeles, komono (cositas sin categoría específica) y objetos sentimentales. En mi caso, empecé por los libros (sí, tengo más libros de los que necesito siempre). Aunque sea un cambio chiquito, ese espacio que liberás va a estar vacío. Y el vacío trae paz mental.
Semana 3 – Ventilar
Abrí un poco, que circule el aire. No es algo que tengas que hacer, pero cómo cambia el ánimo un poco de aire. En mi localidad el invierno es duro (no tan duro como en otros lados) pero la ventana es algo que no se abre en general en época de frío. Pero siempre abrimos desde que tengo memoria porque la circulación del aire es indispensable para la salud. Hay una costumbre en China -me contaron- en la que independientemente de la estación del año, se abren las ventanas para dejar que la buena energía entre y la mala salga. No sé si fluye energía o qué, pero si hay menos cosas, todo fluye mejor. Inclusive el aire.
Semana 4 – Simplificar
El cuarto paso es el de simplificar. Ya abriste, sacaste, ventilaste y estás con las cosas en frente tuyo. Fijate qué necesitás y qué no y separá para vender, donar o tirar. Resulta que tengo un cuadradito de armario donde puse una especia de apoya platos. No sé cómo se llama eso de verdad, pero lo que hace es que puedas poner por ejemplo, cuatro platos uno encima del otro debajo de una rejilla de metal y en la rejilla de metal, otra cosa, como vasos. Entonces si el espacio tiene 50 cm de altura, te permite usar la mitad para una cosa y la otra para…bueno, otra. Yo ese espacio lo tengo para dos o platos extras por si viene mi familia o algún amigo (o se rompen los que tenemos), dos vasos, dos tazas, y un pote con algunos cubiertos de juegos que se fueron perdiendo. Cuando fui a ver, resulta que tenía como 6 platos, cuatro vasos, cuatro tazas y seis potes. Es que durante el año un familiar nos fue dando así, por separados, cosas. Y yo las fui guardando por falta de tiempo de revisar. ¿Qué hice? Yo no necesito más que cuatro de algo y dos por las dudas (y si viene alguien, se improvisa, se pide prestado, nadie muere por la falta de un plato). Saqué todo, le pregunté a dos vecinos si necesitaban platos de juegos diferentes (en casa tenemos juegos eclécticos, es decir, nada combina con nada) y la vida me sonríe más ahora porque uno abre la puerta de ese armario y sabe exactamente lo que tiene. Igual con las sábanas, otro familiar nos dio sábanas y toallas. En casa tenemos ocho toallas (somos cuatro, se cambian y se lavan una vez por semana y si viene alguien, se le da una de las ocho) y dos pares de sábanas por cama por el mismo motivo. Una vecina aceptó todo de buen agrado. Dudé un poco en dar las sábanas y las toallas porque a pesar de usadas, estaban en excelente estado y eran de buena marca. Pero las nuestras, que también llegaron a nosotros por donación familiar, están perfectas y son de la misma marca. ¿Y si las necesito después?, pensé. Después veré, me respondí al rato. Hoy quiero respirar.
Abrir, sacar ventilar, simplificar. Y feliz primavera (u otoño) para todos.
Nos vemos la semana que viene con más Minimalismo Real.