
Yo, tirando la casa por la ventana como los japoneses de “Susuharai” por Utamaro
Empieza diciembre y va llegando el fin de año. Entonces, ¿por qué no hablar de costumbres maravillosas que nos ayudan a sacar cosas de encima y recomenzar. Por eso, les propongo hablar de algo que parece simplemente un “ritual japonés bonito” pero en realidad es una estrategia práctica para vivir mejor: Osoji, la gran limpieza de fin de año. Y un ritual japonés bonito, sí. En Japón, Osoji es un hábito cultural enraizado y aunque leí en un blog que sigo que se está perdiendo un poquito, todavía sigue firme y fuerte entre las familias.
Osoji significa “gran limpieza”, y se hace tradicionalmente cuando se acerca fin de año. Osoji es el cierre de un ciclo, es recomenzar. En Japón, las familias se junta literalmente para limpiar la casa de arriba a abajo para recibir el nuevo año con energía renovada, sin polvo ni estancamiento. Y lo interesante es que no pasar un trapito y sacar un par de camisetas. Es LIMPIAR, en mayúscula. Limpian las paletas de los ventiladores de techo. Aquel rincón perdido que nunca tocamos. Se saca todo para afuera y se limpian los espacios más recónditos de la casa. Se empieza de abajo hacia arriba, para que la suciedad caiga sobre lo todavía sucio y después, se limpia para sacar de vez.
Osoji es una super limpieza y pensaba cómo traer ese concepto a varios aspectos de nuestras vidas. Y acá mi burda tentativa partiendo de la idea de que Osoji no es un simple limpiar y tirar. No es tomar a mi querida Marie Kondo y preguntarse si esto o aquello te hace feliz?”. Es más un “¿esto todavía cumple una función? ¿Está alineado con la vida que yo estoy construyendo hoy?”
Y vamos a pensarlo entonces en dos aspecto:
1- Espacio físico
Acá no reinventamos la rueda. Limpiar, ordenar, tirar lo roto, donar lo que funciona pero vos no usás, y dejar cada espacio preparado para el año que empieza.
Lo valioso del Osoji no es el “qué”, es el cómo: se hace rápido, sin muchas paradas (para descansar un poquito , sin entrar en momentos emocionales. Tenés un objetivo: que el entorno vuelva a cero. Tu casa tiene que funcionar a tu favor. Si tu día a día ya es pesado, no necesitás una casa que te robe las ganas de vivir. Uno tiene que querer volver a casa, ¿no?
2- Espacio mental y emocional
Este es el espacio que estoy trabajando más últimamente y debo decir, que cuando el espacio físico ayuda, el aspecto mental y emocional se trabaja mejor. No que yo esté mejor, solo que lo trabajo mejor.
Y Osoji, la gran limpieza, ayuda. Porque por ejemplo, limpiar también implica agarrar facturas viejas, objetos que fueron proyectos que no existieron, ropas que no usamos y no vamos a usar y cerrar asuntos pendientes. Es ese trámite que llevás posponiendo tres meses. Es esa guitarra colgada que nunca tocás. Es ese pantalón que no te queda más bien y lo guardás porque sí.
Con esta gran limpieza, la vida se vuelve más ligera porque vos no estás arrastrando cosas abiertas que consumen tus pensamientos. Cada cosa sin resolver te gasta energía, aunque no nos demos cuenta.
¿Cómo hacer esta gran limpieza?
Como dije, esta limpieza es de sacar todo. Pero TOOOODOOOO. Y no se consigue hacer en un día generalmente porque bueno, a menos que vivas en un departamento más chico que el mío, es medio difícil que en un día puedas rever todas tus cosas y limpiar los espacios más recónditos de tu casa. Acá la empezamos a hacer dos fines de semana atrás y planeamos un fin de semana más por ejemplo.
Mi recomendación es empezar por el lugar que más querés dejar limpio y libre de la opresión de las cosas. En mi caso, siempre empiezo por el baño, porque además de ser minúsculo, es el espacio de la casa que más de mal humor me pone cuando lo veo un poco sucio o desordenado. Pero también podés elegir el más fácil para empezar, aquel que sabés que no te va a llevar mucho tiempo. Yo tengo suerte: el baño es tan chiquito que no tardé ni media hora en dejarlo brillante.
Una vez que elegís el lugar, sacá todo. Y empezá a limpiar por arriba. En el caso del baño, hay una tarima donde tenemos unos cestitos con las cosas que usamos. Saqué todo de la tarima y del estante donde está en espejo y empecé a limpiar por ahí. Después el resto.
Antes de guardar las cosas, revisá qué vas a mantener. Acá vienen las preguntas de si las usaste en los últimos 12 meses, si es útil, si es bello, ambos, si vas a tener ganas de limpiar con esas cosas (o limpiar esas cosas) ocupando espacio, etc. Mi baño ya no tiene mucho. Pero a la hora de guardar, tiré unas hebillas de pelo que compré pensando que le haría un peinado a mi hija a principio de año y usé dos nada más. Tiré colitas de pelo que habían visto tiempos mejores. Compré una oferta de una crema que a nadie le gustó y la guardé con la esperanza de usarla y ahí quedó. Encontré el jabón de un hotel al que fuimos este año (sirvió para limpiar la lavandería, lo hice detergente). Tiré una de las cuatro toallas que estaban en uso porque la verdad, estaba buena pero se le hizo un agujero y cuando la cosimos, la bola de hilo que se armó no se sentía bien en la piel (no la tiré de una, la hice trapo. Después la tiré). Puse en la compostera dos esponjas y las cambié por nuevas. Me di cuenta que mi compra anual de cepillos de dientes de bambú (compramos al por mayor con una familia amiga) dio buenos frutos y que puedo repetir esa compra. Fue una de las mejores media hora de mi vida porque durante la semana, el baño quedó tan agradable y fácil de limpiar que ahora está lindo todos los días.
Otra cosa importante si vivís con alguien o varios “alguienes” es hacerlos parte del Osoji. Yo los puse a mis hijos a revisar sus cosas. A limpiar. A ordenar. No que no haya tenido que “ayudar” (las comillas significan que hice la gran parte) pero esta semana están consiguiendo mantener todo en orden y están limpiando lo que usan. Porque al final, a nadie le gusta nadar en el desorden de las cosas. Y la vida.
Algo más que me parece importante aclarar: no tuvimos muchos reparos en tirar cosas o en donar. De esta vez, las ganas de orden y una casa donde nos sintiéramos cómodos le ganó a la duda de si me lo quedo o no. El hecho de tener que limpiar lugares recónditos ayuda bastante; al final, cuando tuviste que sacar todo para limpiar lugares que no ves porque está lleno de cosas, te preguntás si querés que durante el año ese espacio quede así, tapado de mugre o de cosas. Y si lo vas a limpiar más seguido, si tenés ganas de hacer un mini-Osoji todos los meses o es mejor simplemente dejar libre o más libre ese espacio. Y Osoji es un poco eso, dejar ir.
El año pasado hablamos de la limpieza de primavera persa. Como ven, muchas culturas tienen un momento en el que queda claro que los ciclos llegan a su fin y que nos toca rever si es así como queremos seguir o necesitamos tomar otro camino. A veces significa empezar de cero, a veces por la mitad, a veces avanzar hasta el final.
Leía en uno de los blogs sobre la cultura japonesa, un proverbio que dice algo así: “El futuro empieza hoy, no mañana”(未来は今日始まる。明日始まるのではない).
Claro que esta gran limpieza busca que el año que viene lo empecemos más leves, con más claridad. Pero creo que este proverbio representa bien lo que es esta gran limpieza: al final, en el momento que dejás tu espacio más simple, más claro y más leve, ya empezaste a vivir una parte de esa vida que querés construir. No sé, acá en casa, empezar ya hizo una diferencia notable. Vamos a ver cómo seguimos y después les cuento.
Nos vemos la semana que viene con más Minimalismo Real.
