Quería recuperar esa capacidad de parar para ver la belleza de la simplicidad de las cosas del día a día como esta gente (Kimiyoshi, 1840)
Es interesante cómo los seres humanos funcionamos por ciclos. Antes eran los ciclos de la naturaleza, hoy el ciclo del calendario. Y es como que todo primero de enero nos reseteamos (o lo intentamos) y nos llenamos de proyectos (o no, pero algo ponemos en nuestra listita de cosas a hacer) y proyectamos a futuro. Y me encanta esa idea de resetearse, de volver a cero. Pero por por otro lado, no podemos estar siempre pendientes de fechas mágicas que vengan a resignificar nuestra vida. Podemos ser ceros todos los días y reinventarnos. Podemos comenzar proyectos cuando queramos (menos los que tienen fechas como cursos, esos no, estén atentos a no perder como yo esas fechas) y dejar malos hábitos a cualquier momento. El otro día leía sobre una mujer que estaba celebrando que había parado de tomar alcohol el 15 de septiembre y que todos los 15 de septiembre, celebraba. Porque había sido una decisión tomada y cumplida. Independientemente de la fecha (a menos que supiera que Marco Polo había nacido un 15 de septiembre y que se abolió la esclavitud en Chile un 15 de septiembre de 1822, claro, y era significativo el 15 nomás). A lo que voy es que sí, aprovechemos a tomar decisiones importantes para nuestro próximo año pero comencemos por la básico: simplifiquemos. Les paso algunas ideas para simplificar el año (y la vida) basado en lo que charlamos este año:
Simplificá tus objetivos
Para no llenarnos de cosas y proyectos en 3 formas para empezar de cero charlamos sobre tener 3 objetivos (ni poco como dos ni mucho como cuatro). Pensá en 3 áreas que querés mejorar, querés sentirte bien, querés trabajar. Por ejemplo, para mí siempre es salud, relaciones y trabajo/dinero. Sé realista, no pongas “quiero tener un millón de dólares a fin de año” porque a menos que tengas una herencia por ese valor a recibir o te ganes la lotería, es probable que no lo consigas. Ahora, colocar “disminuir gastos en un 10% llevando un control semanal en una planilla” ya es realista. Otra cosa es poner datos. Cuánto, qué, cómo. Sin datos, no hay objetivos.
Simplificá tu consumo de Internet y pantallas
Este año me volví un poco más ¿paranoica?, ¿enojada?, ¿cansada?, ¿todo junto? de cómo está la Internet y las redes sociales. Por eso, en el episodio 104, “Minimalismo de Google (y similares)”, hablo un poco sobre mi camino para dejar Google y similares y las redes sociales convencionales buscando opciones saludables y viables. No es necesario que dejes Instagram (aunque con las últimas noticias, sería ideal) pero sí verificar tu consumo. Lo mismo con la Internet en general. Ver qué usás y para qué, ver qué compartís y cómo son usados tus datos, ver qué persona (y personas) estás exponiendo en un lugar donde lo compartido no se borra, es necesario para simplificar nuestro consumo tecnológico, repensarlo y optar por lo saludable. También hablamos sobre el streaming en el episodio 108, en el que charlamos sobre disminuir de forma consciente el consumo de películas y series eligiendo qué, cuándo y cuánto vamos a ver. Porque el maratonear es una opción buenísima para desconectarse. Y ese es el problema…¿desconectarse cómo? ¿De qué? ¿Nos desconectamos de verdad? La idea no es dejar de ver lo que te gusta. Solo dosificarlo.
Simplificar las cosas
Este año hablamos mucho del costo de las cosas que va más allá del dinero, de la carga mental que conlleva adquirir algo, de que tu casa no sea un depósito. En el episodio 113 hablamos de una cosa que tiene que tener un minimalista y es aquello que necesita. Y no es “necesita” en términos de cosas vitales como comida y ropa. Si tu vida se desarrolla en torno al arte, lo bello va a tener un peso que en mi caso, no va a coincidir. Hoy para mí, lo bello ocupa un espacio pero lo funcional le gana a todo. Simplificar lo que tenemos, simplificar la cantidad de cosas que tenemos que custodiar en nuestro día a día, nos ayuda a llegar más tranquilos a la vida que queremos construir.
Simplificá tu tiempo
A principio de año, un domingo de enero, la vida me dio una cachetada bien fuerte. Y el golpazo me obligó a tomarme un tiempo. Me encantaría decirles que después de ese domingo, el año brilló y los cambios vinieron todos juntos para quedarse. La verdad es que después del sacudón, la vida volvió a ser vida. Los compromisos se acumularon, dejé nuevamente de cuidarme y hoy termino el año en déficit si pienso en algunos objetivos referidos a ese tema que me propuse. Sin embargo, ese domingo nunca se fue de mis pensamientos. Y aprendí que cuando la vida empieza a apurarnos, nos toca parar. Por eso, a pesar de que siento que en términos de metas el año fue un fracaso total, también sé que gané mucho. Gané consciencia de que el tiempo que tenemos es muy escaso para todo. Y que necesitamos priorizar. Ser productivo en este mundo es generar más. Yo te propongo generar menos y con más calidad. para vos y tus seres queridos. El episodio de pausa allá en enero fue uno de los más escuchados y que más generó conexión entre comentarios y correos que escribieron. Y yo sé que es porque muchos de nosotros que estamos acá, independientemente de si la vida nos da o no una cachetada repentina, sabemos que a veces necesitamos una pausa. O como en mi caso, no fue tan repentina la cachetada pero uno medio que abusa, ¿no? Si no pasa nada, sigue… y ahí está el problema. Por eso, creo que de todo lo que charlamos este año, simplificá tu tiempo y no te cargues, es el más importante.
Acuérdense de que no tenemos tanto tiempo como pensamos. Hagamos que ese tiempo valga la pena vivirlo.
Nos vemos la semana que viene con más Minimalismo Real.