
Cuando cursaba Historia en la facultad, una de las cosas que más me llamó la atención en una de las materias era la vida circular que se llevaba en la Europa Medieval. En ese caso, visto desde la religión católica, era bastante pesado: uno nacía, vivía, se reproducía y moría en un círculo en el que nada cambiaba. Muy triste. Después me tocó ver Historia de Asia y África y como tres materias de Historia de América y la cosa se puso más alegre. Al final, lo cíclico no era malo. Uno vivía acorde a las estaciones, a la naturaleza y a los ciclos de la vida. Es interesante ver cómo civilizaciones como las mesoamericanas (antes de la llegada de Colón a América) y las de Asia tenían tanto en común porque basaban sus vidas, sus calendarios, en la naturaleza. No estoy romantizando los ritos sanguinarios ni quiero hacer relativismo cultural diciendo “bueeno, estaba bien someter otros pueblos tipo los Mayas o los Incas”; estoy solo tomando este aspecto bien particular del asunto. La idea del tiempo circular.
Nuestra sociedad funciona de forma linear. Todos los años le sumamos uno más a nuestra edad. Todos los días y todos los años nos acercamos cada vez más al fin. Pero…¿y si no hubiera fin? Quiero dejar claro algo: cuando te mueras, te vas a morir, punto. Puede que en tu concepción te transformes en otra cosa, vayas al cielo o lo que tu creencia te diga, pero esto que sos hoy, ya no vas a serlo más.
¿Y qué tiene que ver el minimalismo con todo esto?
Que la vida son ciclos. Que lo que ayer fuiste, hoy probablemente no sos. Y tal vez en el futuro, lo vuelvas a ser. O no. Hablamos en un episodio sobre dejar ir eso que pensamos que somos o que seríamos. Eso de guardar cosas porque era un hobby, un pasatiempo que queríamos tener. Esos materiales artísticos que compramos porque queríamos aprender a pintar y hace un año que están ahí parados, llenándose de polvo.
El minimalismo tiene que ver con la circularidad de la vida por esto: hoy no sos quien fuiste. Dejalo ir. Tal vez te reencuentres con eso en futuro. Tal vez no. Pero cada etapa de tu vida va a indicarte qué es lo que necesitás y qué no. La vida funciona en ciclos y los ciclos alteran nuestras necesidades; no quienes somos, pero sí lo que necesitamos en esos momentos.
Dejá ir todo lo que no es de este momento. Lo vas a encontrar después si forma parte de vos. No quiero sonar a mentor new age, pero la verdad, es que los ciclos de la vida nos van llevando a cosas viejas, a cosas nuevas, a cosas, punto.
Recientemente, encontré tiempo para volver a mis aceites vegetales, esenciales y recetas cosmética natural. No como antes cuando éramos mi compañero y yo pero de a poco, lo vengo incorporando de nuevo. Han pasado más de ocho años desde que me dediqué de lleno a hacer cosméticos de cero. Creo que este año, tal vez consiga. Mientras, vuelvo a lo que puedo y que me permite disfrutar de ese momento de crear cositas que voy a usar en los cuerpos de esta familia.
La vida va y viene. A veces va y no vuelve. Pero volvemos siempre, todo invierno, todo verano, toda primavera y todo otoño, a nosotros. En mi localidad no nieva. Siempre tuvimos agua nieve, se nos congelaban los caños de agua y el frío te calaba los huesos. Este año nevó. El mundo nos recordó que la cosa no está bien. Que lo que venimos haciendo año tras año tiene consecuencias. Porque todo es cíclico. Lo que uno hace un año, viene de recuerdo en los próximos. A nivel personal, me parece una gran metáfora: no te impongas, no te auto exijas, no creas que tenés que quedarte con esto o aquello porque alguna vez te funcionó o te sirvió para algo. Hoy puede que no. Mañana tal vez sí, tal vez no, no lo sabemos.
El año nuevo en la cultura mapuche, pueblo originario de sur argentino y chileno, se llama Wiñoy Tripantu, que se celebra en el solsticio de invierno. En la cultura incaica en el actual Perú y según los registros del escritor medio español, medio inca Garcilaso de la Vega, los Incas tenían el Inti Raymi, el año nuevo en el que el día empezaba a alargarse y la noche a acortarse. Y se celebraba el comienzo de un ciclo de luz y fertilidad de la tierra.
No necesitamos unirnos a las celebraciones incaicas o mapuches para entender a la vida como ciclos. Solo necesitamos permitirnos dejar ir lo que hoy no nos sirve y recomenzar.
Nos vemos la semana que viene con más Minimalismo Real.
El Eterno retorno es lo mismo, Nietzsche.
El eterno retorno estoico…¡Un abrazo!