
Llegamos finalmente a un tema que nos afecta a todos, chicos, adolescentes y grandes: las redes sociales. Están en todos lados. “Seguinos en Instagram, en Facebook, mirá este Tik Tok, ganate esto marcando tres amigos” y mucho más.
¿Cómo hacemos para escaparnos de esta vorágine que pide nuestra atención constantemente?
Voy a proponer algo no muy drástico porque entiendo que las redes sociales son parte de nuestras vidas. Vamos entonces:
1- Fijate en qué redes sociales tenés cuentas y para qué.
Hay cuentas que hicimos que no nos acordamos y por eso, digo lo de fijarse dónde hicimos una cuenta. Por ejemplo, cuando salió Tik Tok una conocida se hizo una cuenta y todavía tiene la aplicación en el celular. Lo usa cada tanto para ver videos pero realmente no le interesa. Le pregunté para qué lo tenía y me dijo: mi hijo lo tiene y me dijo que lo tenía que bajar. Hoy por hoy surgió Threads, la versión de Twitter del dueño de Facebook e Instagram. Yo recibo constantes notificaciones para hacerme un Threads porque tengo Instagram con Minimalismo Real. Pero…¿para qué? No me suma absolutamente nada. Y no me interesa en lo más mínimo. Entonces, fijate qué cuentas tenés en las redes sociales, para qué y borrá las que no usás más. Si no te hicieron falta en los últimos meses, no te van a hacer falta en los próximos.
2- Pensá por qué vas a mantener las que no borraste.
Vamos a suponer que dejaste tu cuenta de Facebook e Instagram. Me gustaría que te hicieras estas preguntitas:
a- ¿Las tengo porque me entero de las noticias con esta cuenta? Si la respuesta es sí, mi recomendación es que leas el diario online o te inscribas en una newsletter de tu país donde recibas las noticias que quieras leer. Podés elegir el tema, la frecuencia en que te llega y escoger diferentes fuentes. Si no querés ver el mail y te resulta cómodo, bueno, seguí entonces con la red social.
b- ¿Las tengo porque tengo familia y quiero saber de ellos? Si la respuesta es sí, entonces acá tenemos más cuestiones: si son familia próxima, no necesitás de una red social para mantener contacto, ¿no? Para eso existe el WhatsApp, las llamadas o algo impensable: el encuentro personal. Si no es una familia próxima, te propongo intercambiar contacto (número de celular por ejemplo) y ver cómo sigue todo. Si es una relación a mantener, se va a mantener. Sino, se va a decantar solita.
c- ¿Las tengo por las promociones? Si la respuesta es sí, con una red social debería bastar, tipo Instagram, donde todo el mundo comparte el famoso “marcá a tres amigo y ganate esta pizza”. Y con verla una vez por semana es suficiente.
d- ¿Las tengo porque comparten asuntos que me interesan? Si la respuesta es sí, te propongo que veas qué cuentas que seguís realmente te aportan algo importante. “Esta página me hace reír con los memes”, bueno, quedátela, la risa es salud. “Estas páginas comparte temas de parentalidad que me interesan”, bueno, mantené la cuenta, pero fijate cuántas cuentas vas a seguir porque ¿de verdad necesitás seguir a 10 psicólogos que te dicen cómo entender el cerebro del niño? Tal vez con uno o dos sea suficiente. Reducí el consumo si vas a mantener cuentas.
3- Disminuí tus interacciones.
No siempre necesitamos opinar sobre todo. Yo soy argentina y los argentinos somos un pueblo que siempre va a tener opinión de todo. ¿Astronomía? “Claro que Plutón es un planeta, ¿cómo se les ocurre decir que no lo es si siempre lo tuvimos en el póster del sistema solar de la escuela?”. ¿Uso de la lengua? “No existe presidenta, ¿o alguna vez viste la palabra “estudianta”?”. Y solo tomé como referencia dos de los temas que más me llamaron la atención en los últimos años, independientemente de…mi opinión. Entonces sé que es difícil no querer pronunciarse sobre algo que pensás que te afecta o afecta a la realidad en la vivís. Pero a veces, hay que aprovechar la oportunidad que se nos da de simplemente quedarnos callados. De consumir ese contenido que decidimos consumir de forma consciente (para eso vimos las cuentas que teníamos y borramos las que no usábamos) e interactuar cuando tengamos algo con lo que colaborar, sea un comentario a favor o en contra. Porque una vez que interactuamos, vienen las posibles respuestas, los me gusta, los que te comparten y eso masajea el ego de una forma que a veces puede ser peligrosa. Entonces, disminuir interacciones nos ayuda a disminuir el consumo innecesario de redes sociales.
¿Y por casa cómo aplicamos todo esto?
1- Fijate en qué redes sociales tenés cuenta y para qué.
Yo personalmente tengo cuenta en Instagram y Twitter. Instagram porque tengo Minimalismo Real. Pero en la misma red, tuve varias cuentas. Básicamente consumía contenido. Y un buen día decidí borrar todo. Lo gracioso es que te daban unos 60 días para borrar tu cuenta y no podías volver a entrar o sino, tenías que hacer todo el proceso de nuevo. Cuando lo decidí, anoté la fecha y tuve cuidado de no entrar por las dudas. Twitter lo tengo desde 2009. Lo tengo para seguir cuentas de educación, ciencia y ambientalismo pero estoy a un tris de borrarla y es la red que más consumía porque actualmente, no me está sumando mucho debido a que muchos de los que seguía salieron de la red social.
2- Pensá por qué vas a mantener las que no borraste.
En mi caso, no borro Instagram porque sigo cuentas que me interesan por su contenido. No me entero de las noticias por la red social. No sé de mi familia y amigos por estar conectados (de hecho, ni mi familia ni amigos tienen cuentas de Instagram para saber del otro, estamos alineados en esto). No sigo a nadie por promociones. Pero sí consumo contenido. Lo que hice fue depurar un poco las cuentas que seguía. Y cada mes, vuelvo a hacer lo mismo porque muchas veces sigo a alguien que compartió algo que me gustó pero después veo que fue eso y nada más. Cuando depuro no me quedo solo en las imágenes como presupuesto para depurar: en mi caso, me gusta leer las leyendas. Muchas veces una imagen tiene por detrás un texto muy bonito que vale la pena leer. Entonces, cuando digo depurar, me refiero a hacerlo de forma que no te prives de algo que te gusta.
3- Disminuí tus interacciones.
Tal vez la más difícil para mí y otros muchos. Como dije, sigo cuentas que tienen que ver con mi vida: educación, ambiente y ciencia. Entonces siempre, como buena argentina, tengo una opinión sobre los asuntos que surgen de esos temas. Vengo controlando mis interacciones porque cualquier comentario que uno haga, genera una ola que requiere tu atención: ver si te respondieron, ver si a alguien le gustó tu comentario, ver si alguien lo compartió, etc. Como dije antes, un masaje al ego. Y entonces decidí que si no puedo aportar en algo al tema, no comento. Y cuando comento, estoy en la fase de rever el comentario para ver que no haya sido hecho en el calor del momento y si no suma nada, lo borro. No hay nada mejor que pensar lo siguiente: si tuviera a la persona delante de mí, ¿le diría esto? ¿Tendría argumentos para responderle de forma educada y con fuentes fidedignas? Parece ridículo tener que plantearse esto pero es lo que las redes sociales han hecho con nosotros. Hay que pensar que estamos en 1995 y que participamos activa y físicamente de reuniones en las que discutimos cosas y pensamos antes de hablar.
Hay muchísimos más para hablar de las redes sociales, desde por qué las usamos hasta si es realmente necesario tenerlas. Pero lo voy a dejar para una futura discusión. Por el momento, enfoquémonos en hacer un uso racional y consciente de ellas.
Nos vemos la semana que viene con más Minimalismo Real.