
En Argentina, este fin de semana tuvimos las PASO, que son básicamente como las primarias estadounidenses: nos dan una idea de cómo viene la mano en las elecciones. No voy a entrar en detalles de cómo resultaron porque me deprimo al recordar lo que hubo antes, durante y después. Pero sí voy a decir que sacaron lo peor de mí (por lo menos en Twitter).
¿Se acuerdan que dije que estoy en una fase de no comentar a menos que tenga algo para sumar y que trato de no entrar en discusiones que en definitiva no llega a nada bueno? Entonces…en un día todo eso fue roto, arrastrado y tirado por el piso. Participé en todas las discusiones que se me cruzaron. Expliqué por qué no a las escuelas charter y al sistema de vouchers en educación y por qué la educación no puede transformarse en bien de consumo cuando es un derecho para todos los que (no) querían escucharme y mucho más. Mi ego me ganó. Hasta que me di cuenta que hacía una hora estaba leyendo y refutando o concordando con noticias que iban siendo publicadas mientras mi compañero e hijos miraban una película. ¿Qué estaba haciendo? Debo decir que hasta hoy sigo luchando por no discutir con medio mundo y controlando el tiempo que paso en Twitter pero gracias a esa pregunta de “qué estoy haciendo” puedo controlar mi impulso de opinar y perder tiempo en esta red social.
Y, entre todo esto, me acordé de un podcast que hace mucho escuché sobre cómo filtrar noticias y no estresarnos (porque en definitiva, necesitamos estar informados, ¿no? No somos islas). El podcast era estadounidense y fue publicado en plena época Trump. Y hablaba de cómo disminuir el ruido de tantas fake news y news de verdad que aunque tuvieran un gramo de realidad, también contribuían al ruido. La verdad, no me acuerdo mucho de este podcast, solo de algunas cosas que resignifiqué y comparto con ustedes:
1- Hacer una curaduría de noticias que te llegan.
Hay muchas formas de informarse: desde las redes sociales hasta ver un programa de noticias pasando por newsletters o diarios online e impresos. Hoy estamos en la época de la hiperinformación así que noticias no faltan. El gran problema hoy en día (si no fue siempre en realidad) es la calidad de esa información. Yo soy maestra por formación y trabajo en la actualiadad con temáticas relacionadas a la alfabetización. Cuando uno participa del proceso de alfabetización de un chico, ve varias cosas en relación a la escritura, por ejemplo: la escritura de aquel que todavía no está plenamente alfabetizado generalmente responde a ideas que va formando en su cabecita (escriben una cantidad de letras X sin sentido aparente porque creen que esa es la cantidad correcta ); existe una lógica por detrás de esa escritura que puede no ser convencional (te escriben tres letras y son tres sílabas por ejemplo, bien lógico en realidad) y se apoyan en fuentes que consideran seguras (por ejemplo, si van a escribir “saco”, van a ver el póster de animales que está en el aula que dice “sapo” y van a saber que entonces la palabra empieza con “sa”, como sapo). Más o menos así funcionamos nosotros también con informaciones. Nos formamos una idea X en nuestras cabezas (“ese candidato es lo peor que le puede pasar al país”), existe una lógica detrás de nuestro pensamiento (“es de tal partido, ¿qué esperás?”) y nos apoyamos en fuentes que consideramos seguras (“el periodista X dijo que el candidato Y es tal cosa”). Nos empezamos a cerrar en nuestro propio círculo y en nuestra propia burbuja alimentando nuestras ideas. ¿Y cómo romper con eso? De la misma forma que alfabetizamos: haciendo intervenciones pedagógicas. Como no podemos hacernos intervenciones pedagógicas a nosotros mismos, propongo entonces algo próximo, otro tipo de intervención: una curaduría de noticias que te llegan. Pero no es una curaduría que responda a lo que vos querés oír sino una que te muestre varias campanas (por más que nunca vayas a estar de acuerdo). Básicamente se trata de alfabetizarnos en consumo de noticias. Buscar fuentes confiables (inclusive si contradicen nuestras ideas porque de constrastar es que surgen los argumentos fuertes), diversificar y disminuir con conciencia lo que entra para (intentar) tener una opinión basada en las diferencias. Todo esto ayuda a minimizar el ruido de las noticias. ¿Por qué? Porque si nos quedamos solo con aquello que nos dé la razón, empezamos a buscar enemigos. Y entramos en la falacia ad hominem (no me quiero hacer la culta, se llama así) en la que atacamos personas y no argumentos.
Para hacer esa curaduría, tuve trabajo. Yo escucho una radio todas las mañanas de la semana que mitad de las veces coincide con mi pensamiento, mitad no; leo un diario físico sábados y domingos cortesía de un familiar que me entretiene pero está en una posición tibia que no me gusta y todos los días recibo una newsletter de un medio independiente que comparte enlaces de noticias de medios de derecha, centro e izquierda sobre diferentes temas nacionales e internacionales y me gusta mucho justamente porque ellos hacen una curaduría que ya me ayuda a no quedarme en mi burbujita alegre de “todos piensan como yo”. La curaduría te ayuda a no polarizarte. Y el no polarizarte ayuda a tranquilizarte y a reducir tu estrés porque abrís espacio para escuchar al otro de una forma más comedida.
2- Elegir cuándo y cómo vas a consumir noticias.
Como dije, consumo bastante noticia. Pero antes consumía mucho más porque lo hacía a cualquier momento. Ahora me pongo horarios para saber qué anda pasando: abro la newsletter de lunes a viernes después de desayunar, la radio la pongo de fondo solo a la mañana y el diario del sábado y domingo lo leo pos desayuno con la familia. En general, trato de no leer noticias fuera de esos horarios porque sino me la pasaría en el celular y escuchando radio. Determinar los momentos en los que vas a escuchar noticias te ayuda a no estar todo el tiempo a merced de las buenas o malas noticias que puedan surgir. Mañana te vas a enterar de cualquier manera, entonces…¿por qué empezar a hacerse mala sangre 24 horas antes? Nuevamente voy a usar la metáfora de la alfabetización: cuando uno le enseña a un chico a escribir, lo hace en una situación didáctica específica. Prepara la clase, deja claro el objetivo pedagógico por detrás de ella, elige los materiales y determina el momento en el que la práctica escrita tendrá su lugar. De la misma forma, podemos seguir nuestro proceso de alfabetización en consumo de noticias siguiendo estos pasos: ya sabemos que en ese momento vamos a consumir noticias. Tenemos un objetivo claro que es informarnos. Elegimos la fuente, digamos la radio. Y lo hacemos en un momento determinado, como yo que escucho radio de fondo solo a la mañana y de 7 a 10. Después, tenemos una vida de actividades, de cosas y cositas para hacer. Entonces, las próximas tendrán que esperar. Y así no vas a estar pendiente de notificaciones, de comentarios, de intercambios poco productivos.
Después de mi caída en Twitter, lo que hice fue, al día siguiente, borrar todos los comentarios que no sumaban nada. Me auto recordé que yo uso redes sociales en momentos determinados y no a cualquier hora. Que mi tiempo vale y que lo que yo quiero es tener información suficiente para tener argumentos si me encuentro con alguien y hablamos del tema. No quiero informarme solo para indignarme, para reforzar mis ideas y mucho menos, para pelearme con medio mundo.
Y además, hay una cuestión que me parece interesante resaltar: siempre nos enfocamos en las malas noticias. Nos gusta regodearnos en la indignación y en la bronca. Hace un tiempo, un amigo me pasó libro llamado “Factfulness”, escrito por unos suecos y que recopila datos duros y reales para mostrar que el mundo de hecho está mejor y no peor que hace algunos años. Algo que me acuerdo ahora, en este momento, es cómo hemos avanzado en el reconocimiento de los derechos de las mujeres. ¿Continuamos escuchando historias de terror? ¿No nos llegan noticias todos los días de femicidios, de talibanes y miles de casos horribles? Sí. Pero justamente nos llegan y nos indignamos porque ahora no son vistos desde el relativismo cultural de “ah, pero es su religión” o “ah, pero la mató porque lo engañó, ¿que querés?”. Hay mucho todavía por hacer pero 15 años atrás no existía ni la figura del femicidio en Argentina.
Entonces, para resumir este podcast un poco extenso, necesitamos elegir con conciencia las fuentes a partir de las cuales nos informamos y determinar el cómo y cuándo nos informamos. No somos esponjas eternas que pueden absorber todo y todos tenemos ese momento en el que queremos explotar de tantas cosas que nos llegan por diferentes medios. Entonces, informate per de forma conciente y reducí el estrés que te generan las noticias con estos dos pasos.
Nos vemos la semana que viene con más Minimalismo Real.