
En países donde la economía es casi una cuestión religiosa, es decir, hasta los ateos rezamos para que mejore, es muy difícil cualquier desafío porque la vida es un desafío. Pero bueno, en medio del caos, siempre buscamos alguna brújula que nos dé un norte. Y aquí van algunos famosos desafíos encontrados en diversos sitios y cositas de minimalismo que nos pueden dar ese norte.
1- El desafío de las 52 semanas
El desafío es muy simple y lo voy a describir como lo vi en algunos sitios estadounidenses: la primera semana de año, guardás un dólar. La segunda, dos dólares. La tercera…sí, tres dólares. Y así hasta la última semana del año que es la quincuagésima segunda semana (la cincuenta y dos, bah). Para entonces, vas a tener 1378 dólares. La otra versión es la reversa, empezás con cincuenta y dos dólares dólares y terminás poniendo un dólar al final. Ahora, cada uno la adaptará a la realidad de su país, con su moneda local, una cantidad viable y opciones que pueden o no dar intereses. Para mí, sirvió mucho para guardar un dinerito (obviamente no en dólares) que permitió pagar la estadía de mi familia en 2022 en la ciudad. El año pasado llegué a la semana 40 y tuve que usar la plata en modo emergencia para pagar el arreglo del lavarropas. Nunca lo recuperé ni conseguí retomar el desafío pero estaba ahí en el momento que necesitamos. Este año pretendo terminarlo.
2- El 10%
En Argentina, la propina que se deja en los bares es optativa. Pero hay que ser muy mala persona para no dejar nada porque la mayoría de los que trabajan como mozos y mozas (camareros y camareras) dependen de esa plata para cubrir sus salarios. Mi abuelo siempre dejaba 10% y es eso lo que dejamos en casa. ¿Y si además de dejarle al mozo o moza, nos dejamos a nosotros? De esos 10%, guardás además el 10% de lo que dejás. Vamos a hacer un ejemplo burdo que no representa la plata de nadie ni de ningún lugar: digamos que gastaste 2000 pesos en un almuerzo. La propina es 200. Entonces vos hacés de cuenta que es 220 pero los 20 te los guardás. Y los ponés en algún lugar redituable. Ahora, digamos que no salís a comer pero salís a bailar. Hacé de cuenta que tenés que dejar propina del total gastado y de eso te guardás el 10%. Podés poner el 10% en todo lo que consideres que gastás demasiado. Eso ayuda no solo a ver dónde se va la plata sino también a darnos cierta disciplina. Aunque cueste.
3- Una semana sin gastos
Este desafío me gusta porque nos obliga a organizarnos. Sacando lo esencial como por ejemplo, ir al trabajo y tener que comprarte un agua porque hace un calor de locos y el agua de tu botellita está más para mate que para refrescar, la idea es que una semana al mes no gastes en nada más que en lo necesario. Y acá yo también pongo comida (alguna fruta que falta, el ajo que se acabó, la lechuga que se quemó en la heladera, etc) y transporte. Emergencias no cuentan. Ahí pasás una semana sin gastar. La primera experiencia es muy buena porque nos muestra en general cuán desorganizados estamos. Si no es tu caso, aplausos. Pero en general, las experiencias muestran que o compramos menos de lo que necesitamos o compramos más y cuando compramos más usualmente no compramos lo que realmente necesitamos. A pesar de pasar por aprietos económicos. Entonces, una semanita sin comprar NADA nos ayuda a visualizar dónde estamos metiendo la pata.
Ojalá que esto tres desafíos te ayuden a organizar un poco mejor las finanzas en una realidad que nos tira el salario por la cabeza y se ríe al grito de “No alcanzaaaaaaa”.
Nos vemos la semana que viene con más Minimalismo Real.