
Siempre están esas cosas y cositas que nos quedamos mirando y pensando si queremos o no descartar. No voy a hablar de objetos sentimentales porque ya hablamos de eso. Quiero hablar de cosas que no son de tu abuelo o de tu tío o de tu infancia sino simplemente cosas que no podes sacarte de encima. Ya pasamos por las preguntas de si es útil o es bello y no terminamos de definir si eso que tenemos en nuestras manos nos gusta o nos sirve. Y ahí estamos, mirando la cosa con pesar porque la queremos dejar ir…pero no.
Como dirían las personas que trabajan en el lugar de la palomita blanca, ¡pare de sufrir! Acá les comparto 3 formas que usé este fin de semana para despedirme de algunos objetos que no quería largar (sí, lo saben, había libros entre ellos).
1- No es útil, no es bello, ¿qué es?
Si no es útil y no es bello, ¿qué es? Es algo que te ocupa espacio. Es algo que no estás usando. Es algo que está juntando mugre. Es algo que está invitándote a abrazar lo material por el solo hecho de quedártelo y nada más. Es algo que tal vez podría circular y ser aprovechado por otros. Es algo que hoy no es parte de vos porque sino, entraría en la categoría de útil o bello. Es algo que tenés que mantener. Es algo que usa tu tiempo porque al final, cada tanto lo estás mirando sin saber para qué lo tenés. Es todo esto. ¿Para qué queréis todo eso?
2- Espacio vaciado, espacio ganado
Algo importante del no sufrir, es entender qué se gana en todo esto de dejar ir algo que no sabes si queréis dejar ir o queréis quedártelo. Y espacio es lo primero que podemos decir. Un espacio abarrotado de cosas trae estrés y ansiedad dicen los estudios psicológicos que rondan por toda la Internet. Ya probablemente tenemos nuestra cuota personal de estrés y ansiedad. ¿Por qué sumarle un puchito más? No importa si vivís en una casa grande o chica, cuanto más espacio libre tengas, más espacio para vos y tus pensamientos. Más espacio para vos y tus ganas de hacer cosas en tu casa. Más espacio para vos y menos cosas por las que preocuparte de sacarlas, limpiarlas y volverlas a poner en su lugar. Ante la duda entonces, déjalo ir.
3- Abandona los “y si”.
Muchas veces ni sabemos por qué queremos quedarnos con algo; generalmente, es por una cuestión emocional aunque no nos demos cuenta. Y cuando digo emocional, no me refiero únicamente a algo que te trae recuerdos de tu infancia o algún ser querido sino a cuestiones cómo “¿y si lo necesito después?”, “¿y si no lo encuentro más para volver a comprarlo?”, “¿y si no lo puedo comprar más?”. Me refiero también a esa cosa que tenemos nosotros de vivir en economías tambaleantes y tenemos miedo de largar porque después no sabemos cómo va a venir la mano. Son todas cuestiones válidas. Pero también lo es: ¿y si no lo necesito? ¿Y si lo vuelvo a encontrar para volver a comprarlo y lo puedo pagar? Tendemos a enfocarnos en los “y si’s” negativos y nos olvidamos de los más optimistas. Aunque yo soy de la tendencia negativa, recomiendo mucho también abandonar cualquier forma de “isismo”, negativo u optimista. No vivimos en la tierra del “y si”. Y no estamos hablando de los ahorros de tu vida. Estamos hablando de cosas que hasta este momento no te hicieron falta y tampoco son cosas que te pueden salvar la vida, son objetos que ni siquiera sabes si queréis mantener. Abandoná los “y si” y abrí espacio para los “sí”, sin términos medios.
No me acuerdo si alguna vez comenté sobre una historia que vi cuando era chica. Era de aquel programa llamado “Cuentos asombrosos” en el que un chico, allá por 1930 creo, tenía una colección de historietas que amaba y los padres querían que las tirara porque ya era grande y no servían para nada. Se le aparece un duende que le dice algo así como “guárdalas que eventualmente van a valer mucho”. Para hacer la historia corta, el tipo guarda las historietas y un montón de otras cosas, cuando es adulto es extremadamente pobre pero lleno de estas cosas coleccionables, lo echan de donde vivía porque, bueno, pobre, y se va con todas sus cosas en un auto viejo que tiene. Ya on unos 70 años, viviendo en la calle, una señora rica ve entre sus cosas algo que ella quería. Al final, se vuelve millonario por todas las cosas que guardó y la historia termina con la moraleja de que vale la pena seguir tus sueños. Yo lo único que me acuerdo es pensa: pero está re viejo para disfrutar la plata, se va a morir. Esa historia me quedó muy grabada y creo que se aplica a nuestro podcast de hoy. No tenemos tanto tiempo como para andar guardando cosas que no usamos, que nos ocupan espacio, que nos quitan el foco de lo importante.
Sacate de encima lo que no te suma. “Ah, pero tampoco me resta”. Bueno, entonces mantenelo, ahí tenés tu respuesta. Pero si no es algo sentimental, algo que te represente algo más allá de lo útil o bello como por ejemplo, cositas que tengo de mi papá o mi abuela, pregúntate si realmente ese espacio no tendría un mejor uso vacío o con algo que tenga que ver con vos hoy. Y paremos de sufrir.
Nos vemos la semana que viene con más Minimalismo Real.