
En el mundo de nuestros sueños, conviviríamos con gente que tiene una visión de mundo similar a la nuestra, donde la raza de los elfos y la raza de los enanos se llevan bien y la vida les sonríe a todos los seres vivientes. Pero la realidad es que vivimos en el mundo del clásico “El Señor de los Anillos” donde elfos y enanos son enemigos mortales y se odian hasta el fin del universo.
Y esa es la realidad de la mayoría de nosotros. Una realidad en la que nosotros minimalizamos, y los otros seres vivientes que conviven con nosotros nos llenan de cosas. ¿Cómo hacemos entonces, entramos en guerra como elfos y enanos?
Antes de agarrar arco y flecha (o el hacha, según con quién te identifiques en esta dicotomía elfo-enano), te propongo pensar en cómo podemos convivir sin estar en una constante lucha por un lugar sin tanta cosa.
1- No fuiste minimalista siempre
Si estás escuchando esto, es probable que gran parte de tu vida haya transcurrido de la misma forma que la mía: sin jamás haber escuchado sobre minimalismo. Entonces, puede que no hayas vivido en un ambiente abarrotado de cosas pero sí de cosas innecesarias. Y hoy te estás proponiendo vivir con una mayor intencionalidad. Como alguna vez le dijo un nutricionista a un amigo, “si engordaste veinte kilos a los largo de seis años, no esperes bajarlos en tres meses”. Cruel, pero real. Si nos llevó todo un tiempo saber que queríamos ser minimalistas, no esperemos que el otro o los otros lo entiendan al mismo tiempo que nosotros. Cada persona es un mundo, cada cabecita es diferente.
2- Respetá el espacio de los otros (y hacé respetar el tuyo)
Estarás pensando que el hecho de no haber sido minimalista siempre no te ayuda a convivir con los no minimalista. Porque si al otro puede llevarle un mes, dos o tal vez años acompañarte o nunca, ¿qué hacemos? Primero, respetar el espacio del otro. Porque el lugar es de todos. Y hacer respetar también tu espacio, porque si es de todos, también es tuyo. Establecer límites, marcar lugares en los que no se puede llenar de cosas es una opción. Al final, convivir es negociar. Mi compañero es un fanático de arreglar computadoras, celulares y cualquier cosa electrónica que llegue a sus manos. Es su pasatiempo. Usa el escritorio que cabe en nuestro mini cuarto para eso y usa ese escritorio como lugar de trabajo. Durante el día, está lleno de cosas. Pero LLENO. A la noche (y sí, esto llevó a discusiones varias), se guarda todo. No me gusta dormir con celulares semi rotos cargando o con computadoras que reinician de la nada. Mete todo en su armario (y no le entra porque es chiquito, entonces tuvo que sacar otras cosas). Mis hijos tiene unos cestos dentro de su mini armario para juguetes. Si no entran, se van. Yo no les impongo cuánto, cómo y qué pueden traer. Pero sí un límite. Porque como dije, convivir es negociar.
3- Sé estricto con vos, no con los otros
Hay una frase que escuché alguna vez que dice algo así: “sé estricto con vos y comprensivo con los otros” queriendo decir que los estándares que te ponés a vos mismo, no tienen que ser cumplidos por los demás. Son tuyos. Yo lo entiendo por la idea de ser ejemplo. Nadie aprender mejor que por el ejemplo, inclusive adultos. Cuando empecé con esto del minimalismo, de a poco mi compañero también se unió. Hasta hoy él jura y perjura que es más minimalista que yo. Y dependiendo desde qué perspectiva lo veamos, lo es. Desde que empezamos con esto, minimalizó su armario (que tampoco era tan grande) a niveles increíbles. Él tiene tres camisas, tres remeras, dos pantalones largos y dos cortos, una malla, tres pares de zapatos, unas chancletas, dos sacos, un buzo, medias y ropa interior necesarias. Y algún abrigo. Cuando necesitó, usó mi bufanda. Ahora, si vemos por el lado tecnológico… Pero no hubiera ni notado el armario si no hubiéramos charlado sobre el asunto mientras yo me deshacía de cosas. Y sí, empezó por lo que era fácil para él. Como yo. Y de a poco siguió por otros lados. También como yo. Y ahora cruzo los dedos para que deje de juntar basura electrónica con la esperanza de arreglarla. Como él debe cruzar los dedos para que deje de guardar papeles y papelitos. En fin, lo que quiero decir es que en vez de pelearnos y discutir, es mejor ser ejemplo. Y dejar que la cosa fluya.
Yo sé que es difícil convivir con una persona que no entiende que no querés tener diez platos playos por si viene alguien cuando solo dos personas viven en la casa. O que te parece una exageración los veinte condimentos guardados en la alacena que nadie usa. Pero bueno, recordá que al final de la historia de “El Señor de los Anillos”, un elfo y un enano encontraron razones para encontrarse y forjar una amistad para toda la vida. Si Légolas, el elfo, y Gimli, el enano, consiguieron dejar sus diferencias de lado para salvar la Tierra Media, ¿cómo no vamos a poder nosotros negociar con las personas con las que convivimos para dejar entrar, al menos un poquito, el minimalismo en el hogar?
Nos vemos la semana que viene con más Minimalismo Real.