
Estoy segura que muchos de nosotros a pesar de querer vivir en un ambiente más minimalista, nos encontramos por momentos en un estado de ameba en el que decidimos que queremos pero no podemos dejar la casa más o menos como imaginamos. Y nos ponemos un día para descartar las cosas: ¨el feriado, ese día es perfecto¨. ¨El sábado, porque el domingo no trabajo y puedo descansar¨. ¨El día del arquero, porque ese día no existe¨ (nota mental: existe, es el 14 de abril pero usamos en Argentina esa expresión para hablar de algo que muy probablemente no haremos). En fin, muchas veces el pequeño caos en el que se ha transformado nuestro hogar puede ser paralizante. Y es lo que me viene pasando hace unas dos semanas con cositas que entraron en casa y andan pululando todo el tiempo de un lado para otro. Entonces, antes de que me agarrara la loca y empezara a revolear todo y me arrepintiera después porque tiré algo que podía donar o inclusive usar, pensé cómo atacar este problema:
1- Empezar por lo que más te molesta.
Obviamente cualquier recomendación que haga puede no aplicarse a vos. Hay gente que empieza por lo más fácil o lo más difícil, por un cajoncito en vez de un cuarto, por la ropa porque es más fácil de visualizar el hecho de que minimalizaste el espacio, etc. Para mí, siempre fue empezar por lo que me dejaba de malhumor, o sea, aquello que tenía que sacar del medio para hacer otra cosa o buscar algo. Lo que más te molesta en mi humilde opinión es la mejor forma de darte ánimos para empezar (y seguir si es necesario). Una vez que sacaste del medio eso que te bajonea porque no representa ni de cerca la forma en que te gustaría que tu casa estuviera, la vida empieza a sonreírte más. Porque vos vas a estar sonriendo más. A nadie le gusta estar en medio del lío constante o con cosas que sabés que no necesitás. Y ver que eso que te molestaba ya no está, te va a dar más ánimos para no dejar todo como está.
2- No parar en el medio
Vi un meme hace unos días que me representaba completamente. Era la rana René de Plaza Sésamo tirada en la cama rodeada de ropa, cajas, cosas y cositas y decía algo así como: Yo, a la noche, después que saqué todo a la mañana pensando que iba a poder limpiar mi casa. Y eso a mí me pasa todo el tiempo. Saco todo en un ataque de furia (no de furia de verdad) y después me quedo horas mirando cosita por cosita y llega la hora de dormir y resulta que no puedo ni andar por el cuarto porque está todo tirado y el departamento es minúsculo. Ya hemos dormido acá rodeados de las consecuencias de mis ¨limpiezas¨. Entonces, una vez que empezaste, no pares. Y si llega la noche y seguís con todo, tomá la decisión: o se queda PARA SIEMPRE (o por más tiempo, no seamos extremistas) o se va. O te volvés a llenar de cosas o les decís chau. O elegís seguir viviendo en un lugar que está de una forma que no es de tu agrado o hacés algo al respecto. No hay términos medios. O se queda o se va. No lo dejes para mañana para mirar con otros ojos lo mismo que tus ojos están viendo ahora. No va a cambiar nada. O seguís siendo un acumulador o no. Eso me pasó hace unas semanas cuando comenté estaba sacando libros de pedagogía que no uso más pero que tienen un valor muy grande para mí. Llegó la noche y estaban todos tirados en la mini sala del departamento, con los chicos encima de algunos libros dibujando. Y metí todo en una bolsa grande, le escribí a una ex alumna y le pregunté si quería algún libro. Quiso. El resto, los que son viejos, fueron al armario para darle a una señora que recicla papel. Los más nuevos, van a donación. Y basta. ¿Y saben qué? Desde que los metí en la bolsa, no los volví a tocar ni buscar ni necesitar.
3- Pensar que el tiempo va a pasar igual
Lo que quiero decir con esto es que muchas veces nos paraliza la cantidad de cosas que queremos hacer y las vamos posponiendo. Y en vez de hacer ALGO, no hacemos NADA y nos quedamos mirando el techo, viendo el tiempo pasar mientras podríamos estar haciendo alguna de las cosas que nos propusimos. ¨Ah, ordenar las fotos de la compu me va a llevar más tiempo, mejor lo hago después¨ y mientras, hacés nada y el tiempo pasa igual. El famoso ¨procrastinar¨. Descartar o sacar cosas de tu casa no es diferente. Si no tenés tiempo para hacer TODO lo que querés, hacelo en pequeños pasos pero hacé algo. Un ejemplo práctico: lo que más me molesta hoy en casa es que tuvimos fiestas de cumple y salidas varias de las que volvimos con cosas y cositas. Y todo fue depositado en diferentes superficies vacías o no tan llenas. Y como vivimos en un lugar chiquito, TODAS las superficies fueron usadas para poner una planta, un juguete, globos desinflados, pilas, remedios, juegos de mesa que nos dieron, en fin. Fue un mes de traer muchas cosas para dentro y en vez de ir resolviendo qué se quedaba y qué se iba en el momento, lo fuimos dejando. No puedo organizar toda la casa en quince minutos, pero sí puedo usar esos quince minutos para sacar las cosas que están en la repisita de la cocina y que no van ahí o no vamos a quedarnos. No voy a parar en el medio y no voy a dejar de hacerlo con la excusa de que necesitaría un día para limpiar todo. Mi compañero hizo eso: tenía media hora y ordenó todo su armario de ropa (tiene re poca igual) y sus cosas de trabajo que comparten espacio en el mismo lugar. No pudo ordenar las herramientas que enchufamos en la mini lavandería y que pisamos todo el tiempo que lavamos ropa, pero por algo se empieza. Así que pensá que elijas empezar a descartar o no, el tiempo va a pasar igual. Y tal vez en media hora, te sientas mucho mejor por no tener parte de eso que te molesta o te incomoda o no querés en tu casa fuera de tu vida en vez de pasar media hora mirando la pared y deseando poder descartar eso que no querés y que todavía sigue ahí.
Nos vemos la semana que viene con más Minimalismo Real.