
Nuestro cuarto es, como el resto de la casa, minúsculo. Y como todo el resto de los espacios de la casa, cumple diversas funciones. Sin embargo, esto no significa que sea un lugar donde podemos revolear cualquier cosa o utilizar para lo que se nos ocurra diariamente. Así como hablamos de las tres preguntas que nos tenemos que hacer cuando queremos minimalizar la sala, hoy vamos a hablar de cómo crear un cuarto minimalista a partir de 3 pasos. Pero antes de seguir, quiero aclarar que no vamos a hablar del guardarropas y los armarios todavía. Eso es un tema muy específico a tratar en las próximas semanas.
1- Decidir cuál es el propósito de nuestro cuarto.
Sí, de nuevo con lo mismo. Pero es la pregunta básica que nos va a acompañar en todo momento. Todos sabemos que el cuarto en sí es para dormir o descansar y para tener intimidad. En general es para esto que usamos el cuarto. Sin embargo, con las nuevas modalidades de departamentos y casas del tamaño de un Kinder ovo y la suba absurda de los precios de los inmuebles, nos vemos obligados a que nuestros espacios sean multiuso.
En caso de necesitar utilizar el cuarto para más de un propósito, hay algo que tenemos que dejar claro: el lugar en el que todo se realiza. Si vas a tener una mesita para el home-office, cuando termines tu jornada laboral, los objetos de trabajo se guardan o se colocan en un espacio definido y se cierra el trabajo. Si la mesita va a ser tu mesita de luz a la hora de dormir y leerte un libro, lo mismo. El libro no se mezcla con las cosas del trabajo. Definir los espacios ayuda a dejar claro el propósito de nuestro cuarto.
2- Las cosas en su lugar.
Muchas veces las personas tienen una silla, un perchero, un armario, una mesita de luz, alguna repisa, etc en el cuarto. Y las empiezan a llenar de cosas. Llegamos del trabajo, nos sacamos la ropa y la dejamos sobre el banquito que hay en la habitación. Esa ropa se queda ahí para cuidar nuestros sueños por días hasta que nos quedamos sin ropa limpia. Nos sacamos el reloj, dejamos las llaves de la casa y alguna que otra cosa que está en los bolsillos en la mesita de luz. Mañana lo vamos a usar entonces, ¿para qué ponerlo en otro lugar?
El para qué es simple: la contaminación visual, el ruido mental que causa el desorden, no ayuda al propósito de nuestro cuarto. Entonces todo lo que no pertenece al cuarto, sale del cuarto. Así de simple.
Y para que las cosas estén en su lugar, observemos qué tipo de muebles tenemos y preguntémonos lo que nos preguntamos para la sala: qué muebles ayudan a mi propósito y cuáles interfieren.
3- Decorar con gusto para más deleite.
Cuando digo “decorar con gusto”, cada uno sabe a lo que me refiero. Para mí, sería tener una luz cálida, un par de plantas en una repisa, un cama mullida con dos almohadas más mullidas todavía y un aceite esencial de fondo. Una mesita de luz donde poner mis libros y dejar los anteojos y tal vez algún cuadro significativo para mí. Otros preferirían tener alfombras, colchas en sillas y adornos que los haga sentir bien.
Lo importante acá es que la decoración no termine siendo apabullante; si el cuarto es para descansar y para tener intimidad, no queremos pasar diez minutos sacando almohadoncitos de la cama o revolearlos al piso después de un día de exhaustivo para levantarnos al otro día y andar haciendo equilibrio sobre ellos. Tampoco queremos un cuarto en el que tengamos que tener cuidado al levantarnos y que se nos caiga el adornito que nos regaló la tía Rosa en la cabeza.
La decoración nos tiene que dar tranquilidad. Nos tiene que deleitar. Y tiene que gustarnos, claro.
Para resumir, les cuento un poco como vamos aplicando estos pasos en casa:
Decidir cuál es el propósito del cuarto.
En casa además del lugar donde descansamos, es el lugar donde trabajamos. Como es extremadamente pequeño, solo cabe una cama que tiene la altura exacta de mi compañero (miento, tiene 2 cm más), el armario que fue construido a medida para que cupiese algo, una mesa que usamos de escritorio y que cupo raspando al lado de la cama y una silla. Todos los días religiosamente guardamos las cosas de trabajo y la mesa queda limpia. Para leer mis libros uso una lamparita LED que se agarra del libro. Mi sueño es algún día tener un velador…
Como ven, donde dormimos se duerme y cuando se trabaja, se usa la mesa. Las funciones están definidas y no se mezclan.
Las cosas en su lugar.
Una de las cosas que se aprende rápidamente cuando se vive en un lugar pequeño es que si uno deja algo de un día para el otro, ese algo se transforma en poco tiempo en muchos algos. Y después en un lío terrible. Y un malhumor que le sigue a todo eso porque no encontramos nada. Entonces, algo que venimos intentando practicar es que lo que se saca, se guarda. Y se guarda en su lugar. Los teléfonos (a menos que los usemos de despertadores y es algo que queremos cambiar) se cargan en la sala. Las billeteras se dejan en el pote que tenemos en la entrada de casa o en las mochilas, total vamos a usarlas al día siguiente y qué bueno que esté todo ya listo para salir.
Decorar con gusto para más deleite.
En el cuarto todavía no hay decoración. Pero como nosotros todos los días sacamos las colchas y las guardamos (solo dejamos la sábana de abajo en la cama porque sino se engancha con la mesa escritorio y se rasga), lo único que nos queda es poder elegir con buen gusto las sábanas y las fundas de las almohadas. Entonces tenemos dos juegos lindos que da placer verlos puestos en la cama. Próximamente pondremos un estante colgado para poner una plantita y unos libros.
La cuestión no es no tener nada como nosotros (que tampoco es una opción, como dije, quiero un velador y quiero espacio para ponerlo) sino tener lo que nos haga sentir bien. Porque cuando queremos descansar, sentirse bien nos hace un gran favor a la hora de cerrar los ojos.
Nos vemos la próxima semana con más Minimalismo Real.