
El minimalismo y la concepción japonesa de kotodama (言霊) comparten una conexión que se manifiesta en la simplicidad y la reverencia por las palabras.
Kotodama es un concepto japonés que implica la creencia en el poder de las palabras. Según esta filosofía, las palabras no solamente son herramientas de comunicación, sino entidades vivas que pueden influir en la realidad. La elección cuidadosa de las palabras puede transformar el entorno y las relaciones, promoviendo armonía y entendimiento.
La conexión entre el minimalismo y el kotodama para mí está en la importancia de la intención detrás de cada palabra y acción. En un mundo saturado de ruido y distracciones, adoptar un enfoque minimalista permite escuchar y apreciar el verdadero significado de lo que se dice. Al mismo tiempo, al ser conscientes de las palabras que elegimos, fomentamos también un ambiente más enriquecedor.
Una de las ideas que parten de este concepto en mi opinión es la de simplificar el entorno verbal. Cuando hablo de entorno verbal, me refiero a la cantidad de información y estímulos verbales que hay en tu vida. Esto puede ser desactivar notificaciones innecesarias en tu teléfono, limitar el tiempo en redes sociales o crear espacios de silencio en tu casa. Al disminuir el ruido verbal, permitís que resalten las palabras, las informaciones y que tengan un mayor significado en tu vida. Si recibís notificaciones todo el tiempo, si estás horas mirando el whatsapp o las redes sociales, si no conseguís concentrarte media hora sin ver si te mandaron mensajes, entonces este concepto puede ayudarte a rever esas actitudes.
Kotodama también habla del poder de las palabras en el sentido de intenciones. Si uno dice algo, ese decir tiene una importancia. No hablamos acá de super poderes místicos ni nada por el estilo sino que tiene que ver con esa intencionalidad de decir lo que realmente queremos decir y hacer lo que decimos. Algo así como decía Eduardo Galeano del Che Guevara: decía lo que pensaba y hacía lo que decía. Más allá de lo que pensemos del Che o de Galeano, el texto es hermoso y se pregunta por qué el Che, la imagen del Che, continúa renaciendo en el tiempo y dice:
¿No será porque el Che decía lo que pensaba, y hacía lo que decía?¿No será porque eso sigue siendo tan extraordinario,en un mundo donde las palabras y los hechos muy rara vez se encuentran,y cuando se encuentran no se saludan, porque no se reconocen?
Sin querer estirarla, me parece que lo que podemos rescatar de este concepto es el simplificar la vida disminuyendo la información y usar las palabras con intención. Que la palabra no pierda sentido bajo un afluente de ruido, de gente insultándose en las redes, de programas gastando espacio en chusmeríos y críticas que no tienen nada de constructivos, en políticos que se pelean por más poder y por aparecer más en vez de ocuparse de lo que importa, en discutir con el vecino, con el kioskero, con el almacenero por nimiedades porque sí. En romper más en vez de construir más.
Se vienen muchos desafíos para todos el años que viene y probablemente los próximos también. Kotodama. Que las palabras sean una herramienta para que nos entendamos más. Kotodama. Que podamos tener consciencia suficiente para no hundirnos en el mar de palabreríos e informaciones que nos inundan constantemente. Kotodama. Que la palabra tenga valor.
Nos vemos la semana que viene con más Minimalismo Real.