
Acá en casa la “sala”, el “living-room” o como lo quieran llamar es minúsculo (solo para aclarar, yo le digo el comedor aunque tal vez merezca el nombre de la película ganadora del Óscar porque esta sala es todo en todo lugar al mismo tiempo). Este espacio es donde vemos tele, comemos, trabajamos y los chicos juegan.
O sea, realmente es necesario hacer que este lugar sea bien minimalista. Y para eso, tuvimos que preguntarnos varias cosas.
1- ¿Qué queremos hacer en esta sala?
Esta pregunta es muy general y tiene su motivo: a veces uno tiene una sala para llamar de sala Y también otra sala junta donde se come; o a veces se come en la cocina porque hay espacio y la sala es solo la sala para ver la tele o encontrarse con amigos. O a veces como nosotros es tan minúscula que cualquier cosa que se quiera hacer implica planificar. En fin, existen inúmeras situaciones y realidades. Para nosotros la sala tenía que servir para poder pasar el tiempo juntos. El resto fue surgiendo por necesidad. Entonces la respuesta terminó siendo: pasar el tiempo juntos, trabajar, que los chicos puedan jugar acá y almorzar o cenar juntos. Y el espacio se fue armando de acuerdo a esto.
Saber qué queremos hacer en la sala es fundamental para poder dejar solo aquello que nos sirva para cumplir esa función.
2- ¿Qué muebles sirven para que la sala pueda cumplir la función que quiero?
Los muebles es una cuestión muy personal pero me atrevo a decir que menos es siempre más. Por ejemplo, hay gente que ama tener almohadoncitos de distintos tamaños y colores en el sofá porque les parece más acogedor; para mí es un junta-ácaros y además, el sofá es chico y hay que elegir, almohadoncitos o nosotros. Otras tienen muebles para poner adornos porque les traen buenos recuerdos de momentos vividos en el pasado; para mí es también, un junta-mugre y algo más para limpiar.
Y acá entra la cuestión de la primera pregunta: teniendo en cuenta qué queremos. Si la sala es un lugar donde queremos relajarnos, ¿para qué tener un mesa de centro gigante que pateamos o tenemos que esquivar para no reventarnos las rodillas cada vez que nos levantamos del sillón. Si es para, como en nuestro caso, que los chicos puedan jugar en el mismo lugar donde trabajamos, ¿por qué no destinar un mueble o parte de un mueble para sus cosas?
Una vez que sabemos qué queremos hacer en la sala, los muebles (y todo el resto) van a reponder a esta cuestión.
3- ¿Qué interfiere con la función que quiero que mi sala tenga?
Además de saber para qué vamos a usar el espacio y decidir qué muebles pueden ayudarnos a cumplir con esa función, es muy importante también discernir sobre aquello que no ayuda. Como dice el productor de cine Matt D’avella, el ser humano es muy básico: si ve una superficie vacía, la llena de cosas. Entonces, si ya tenemos nuevos muebles o reorganizamos los que teníamos para que cumplan su función, de nada sirve llenarlos de cosas que interfieran en el motivo por el cual hicimos todo ese trabajo.
Por ejemplo, en casa después de comprar la mesa pequeña, se abrió un poco más el espacio. Ya apareció la idea de comprar dos pequeños puffs para poner los pies cuando miramos tele. Pero el puff, por más que entre, lo único que va a hacer es que nos estemos tropezando con él constantemente. Así que seguimos poniendo una silla y listo.
Reviendo entonces las preguntas, voy a contar rápidamente cómo las aplicamos en casa:
Qué queremos hacer en la sala y qué muebles cumplen con esa función.
Como nuestra pequeña sala cumple varias funciones (pasar tiempo juntos, almorzar y cenar, trabajar, jugar), tuvimos que separamos mentalmente el poco espacio existente: los pocos muebles que caben tienen una función y es principalmente la de compartir: un sofá pequeño, una mesa con cuatro sillas que se estira a la hora de comer y se cierra lo suficiente como para abrir espacio en la sala para los chicos y permitirme trabajar en ella, un mueble donde están las cositas de arte de los chicos y algunos juegos, la tele colgada, estantes con libros y otro mueble donde hay más libros y material de trabajo y de actividades para hacer con los chicos. Hay una zapatera donde dejamos los zapatos al entrar y un pequeño mueble en el que están mis plantitas de aloe vera y dentro de él un cajón de mimbre donde dejamos los zapatos menos usados. Establecimos que aquí sería el lugar donde íbamos a compartir momentos. Los chicos difícilmente juegan en el cuarto porque el cuarto es para dormir y descansar; juegan en nuestra pequeñisima sala.
Qué interfiere con lo que quiere hacer en esta sala.
Poner más cosas. Hoy por hoy tenemos lo que tenemos y sirve para lo que queremos. Entonces nos toca tener bien en claro esto y reverlo cuando pensamos que necesitamos algo más.
Cada casa es un mundo pero estas preguntas pueden ayudar a organizar un poco el proceso de minimalización.
Nos vemos la semana que viene con más Minimalismo Real.