
La cocina es uno de los lugares de la casa más difíciles de mantener ordenado sino imposible. Hay una frase que leí en la casa de una amiga hace un tiempo y quedó grabada en mis córneas: mientras haya vida, habrá platos para lavar. No importa si vivimos solos o acompañados, siempre pero siempre nos vamos a encontrar UNA cucharita en la pileta para lavar. Una taza, un platito, un algo. Y siempre va a haber utensilios para secar. Es una hecho de la vida así como que el sol sale por este y se pone por el oeste.
Entonces, ¿es posible tener una cocina minimalista? Como posible es. Pero hay que tener conciencia de que no es fácil. Así que acá van cuatro ideas para tornar el trabajo menos…trabajoso.
1- Limpiá o mantené lo más libre posible las superficies.
No hay nada más molesto que querer cortar un tomate y que no te entre la tabla de cortar o al menos un platito donde apoyar para cortarlo. O que vayas a apoyar la taza de café con leche o el mate y te encuentres con un microcosmos de migas y cosas desconocidas. La contaminación visual afecta desde las ganas de cocinar hasta las ganas de siquiera entrar en la cocina. Y eso a su vez tiene consecuencias que van más allá de la cocina en sí: si no nos resulta un lugar agradable o mínimamente confortable para cocinar, probablemente no nos vamos a tomar el tiempo de hacernos algo rico y nutritivo sino algo rápido que nos saque del paso. Por eso, dejemos las superficies libres (o limpias).
2- Deshacerse de lo que no usamos.
¿Para qué tener 4 cuchillos de corte de carne diferentes si no vamos a participar de Master Chef ni tenemos ganas de hacernos los cocineros en camino a ganarse una estrella Michelin? ¿Para qué la waflera que usamos dos veces al año o la batidora gigante con la que hicimos media torta un domingo que estábamos aburridos? No me entiendan mal: si tu hobby, si tu pasatiempo preferido es cocinar, por favor, apoyo la moción de comprarte la batidora de 200 velocidades que hace que todo sea más fácil. Acá nos queremos deshacer de lo que NO usamos, no de aquello que nos trae momentos de felicidad. Fijate si necesitás tres juegos de platos diferentes si son cuatro personas en la casa o servilletas para diez invitados cuando recibís gente cada tanto. Qué se yo, a veces no necesitamos 5 tazas por personas ganadas en un evento corporativo…
3- Apostá a los objetos multiuso.
Muchas veces se tiene en la cocina una variedad de utensilios medio inútiles si nos ponemos a pensar: la cuchara esa redonda para sacar helado del pote (que gracias a la Real Academia Española descubrí que se llama funderelele aunque la gente normal le dice sacabolas o cuchara de helado) tranquilamente puede ser substituida por…sí, una cuchara normal. A menos que te guste hacer todas las semanas helado en forma de bola, la verdad no hay mucho sentido en tener una o varias para no mezclar gustos. Una cuchara entonces puede tener muchas utilidades. Pero si no queremos quedarnos solo con lo básico, ¿que tal comprar una buena licuadora en vez de una licuadora, una exprimidora eléctrica, una procesadora…? Sí, yo sé que las tres tienen funciones diferentes pero de nuevo, a menos que te hagas 300 jugos de naranja por semana y proceses 500 kg de nueces, la verdad una buena licuadora hace el trabajo. (Pero si te gusta cocinar, no me escuches…).
4- Analizá las cantidades.
Una característica que veo bastante en las cocinas es la cantidad de ollas y ollitas, fuentes y fuentecitas, moldes y moldecitos que se acumulan. Ni hablar de los hermanos perdidos tan parecidos a las medias que no encuentran su par como los potes y las tapas. ¿En serio necesitamos cinco ollas cuando somos dos…o cuatro…o seis? ¿Cuántos potes sin tapas podemos soportar ver en soledad? ¿Y los moldes, cuántos cupcakes hiciste desde que compraste el molde de silicona con forma de Mickey? Dale…¿de verdad necesitás todo eso?
Analizar cuántas cosas tenemos y que no son necesarias es esencial para minimizar la cocina. Además de abrir espacio y permitirte realmente disfrutar de tu lugar para cocinar, te va a liberar de la opresión de tener que lavar todo eso cuando lo uses u ordenarlo cada vez que se caigan encima porque no caben en tu armario.
Entonces, para resumir, les voy a contar cómo fuimos aplicando todo esto en nuestro pequeño departamento:
1- Limpiá o mantené lo más libre posible las superficies.
En casa no hay mucha superficie ni armarios entonces es un poco difícil esto porque no tenemos dónde poner las cosas. Sin embargo, intentamos dejar aquello que es de uso cotidiano o que no entra en otro lado pero que usamos bastante como la Ayrfrier. La Ayrfrier es inmensa para nuestra cocina y armarios, tanto que no entra; entonces entra en la excepción de lo que no se puede guardar. Hay una bandeja con potes de azúcar, café, un aceite de oliva, un vinagre y un aceite de girasol. En la pileta tenemos el escurridor que lo dejamos vacío a la noche (se lava, se guarda). Y en la cocina tenemos siempre el jarrito sobre una hornalla para calentar agua porque tampoco tenemos dónde guardarlo. Solo tenemos entonces lo que usamos diariamente, el resto, no lo vemos hasta que lo usamos.
2- Deshacerse de lo que no usamos.
Nos dieron una tostadora re linda tipo esas George Foreman. Pero el enchufe era diferente al de nuestra pared y el cable era corto, entonces implicaba ponerle un alargue hasta el enchufe en el pasillo cada vez que hiciéramos tostadas (y la verdad, no hacemos muchas con la tostadora tampoco, la usamos para hacer sanguchitos, para las tostadas usamos la plancha o como le dicen en otros lados, el grill). Así que decidimos dejarla ir y dársela a otra persona que le diera uso porque en casa, no la íbamos a usar y si la úsabamos, la íbamos a usar con odio por todo el trabajo que nos iba a dar.
3- Apostá a los objetos multiuso.
Yo no soy gran conocedora de utensilios y cosas para cocina pero sí sé que me gusta rallar zanahoria y que salgan hebras largas y semi gorditas como esas que ves en las ensaladas de un restaurante. Y me gusta el pepino en rodajas finitas para hacer ensalada de sunomono (una ensalada agridulce japonesa de pepino). Entonces tengo un rallador multiuso que corta rodajas y tipos distintos de hebras que puedo hacer con sus diferentes láminas. Y cuando rallo queso, uso el mismo rallador. Y cuando rallo manzana, el mismo. Multiuso. Uno para todos y todos para uno.
4- Analizar las cantidades.
Tiempo atrás, nos fueron donadas varias ollas y terminamos con unas seis. Grandes, medianas y chicas. Como no teníamos plata para comprar otras, no queríamos deshacernos de nada. Pero un día me di cuenta que solo usábamos tres. Y las otras tres, lindas y en buen estado, fueron donadas para que siguieran el círculo virtuoso de la vida de los objetos.
Y así, con estas cuatro ideas simples, fuimos sacando cacharros y dejando lo que usábamos.
Nos vemos la semana que viene con más Minimalismo Real.