
Está llegando fin de año y la necesidad de espacio y renovación también llega. Va a empezar el calor, los chicos van a estar de vacaciones, la vida se pone incómoda cuando estamos pegoteados, en fin, lo mejor que podemos hacer es…deshacernos de lo que necesitamos.
Hoy hablemos específicamente de cosas para tirar; no donar ni reutilizar. Tirar. Agarrar una bolsota de basura y poner ahí las cosas para no volver a verlas más. Bueno, las vamos a ver en la contaminación, así que sintámonos mal por eso…un ratito. Pero para sentirnos un poco mejor, agarremos dos bolsotas: reciclables y no reciclables. Empecemos.
1- Qué tirar
- Cosas rotas que no se pueden arreglar: por ejemplo, medias que ya tienen 300 costuras y tienen más hilo que tela o perdieron su otra mitad se fue a comprar cigarrillos y nunca más volvió. Potes que pierden porque tienen algún agujerito. Platos rajados que vieron tiempos mejores. Libros que ya no se pueden armar (ni donar). Bueno, todos tenemos cosas rotas que no tienen solución. No las conserves. Que se vayan.
- Cosas muy desgastadas: por ejemplo, ropa transparente de tanto uso. Cosas de cocina de plástico que están muy porosas. Trapos para limpiar que son más refractarios que absorbentes. Escobas que pierden cerdas. Cepillos de dientes con más de 3 meses. Si está muy gastado y ya no cumple con su objetivo como debería, chau.
- Cosas no donables: por ejemplo, libros obsoletos (muy viejos como enciclopedias de 1980) o en estado calamitoso. Ropa que no está en buenas condiciones y que vos no usarías ni se la darías a un amigo. Electrodomésticos viejos cuyas partes ya no sirven para otros (muy fácil de verificar en Internet o preguntale al técnico amigo). Muebles bamboleantes a punto de romperse. Cosas rotas o muy desgastadas (gente, no se donan cosas rotas ni muy desgastadas. No se dona lo que entra en las otras dos categorías).
2- Cómo tirar
Con convicción. Una vez que entró en la bolsa de reciclables y no reciclables, NO SE SACA. Las bolsas NO SE REVISAN. Si ya se avisó a la familia que se haría eso, NADIE REVUELVE LAS BOLSAS para ver si está esto o aquello. Si vivís solo o sola, NO REVUELVAS LAS BOLSAS, vos mismo elegiste lo que pusiste ahí. Y si te entra la duda, mirá a tu alrededor y pensá: ahora tengo más espacio. Nunca alguien dijo “ah, qué ganas de vivir en una casa abarrotada de cosas”. Y si lo dije tiene que ir al programa de “acumuladores compulsivos”.
3- Cuándo tirar
En mi opinión, hay dos momentos ideales para tirar: cuando estamos con furia y cuando estamos sin furia.
- Con furia: es el mejor para mí porque uno no piensa mucho, solo agarra y pone en la bolsa en un ataque de “quiero viviiiiiiiirrrrrrr”. No hay duda, no hay mucho análisis, no hay mucho nada. Solo la acción. El lado oscuro de hacerlo con furia es que podés llegar a tirar algo que en realidad no debías o no querías realmente tirar. Y claro, el hecho de que lo hacés con furia, no sé cuán saludable es eso emocionalmente hablando. Pero sí es efectivo.
- Sin furia: tal vez el más normal de los dos porque viene con planificación previa. Un sábado dijiste que ibas a tirar las cosas, escuchaste el episodio de las categorías de Marie Kondo y empezaste a separar las cosas. El lado oscuro de esto es que nos da tiempo para pensar, para dudar, para poner y sacar de la pila de cosas a tirar y suele ser menos efectivo. Ahora, si sos una personalmente emocionalmente saludable y no necesitás la furia como yo, puede ser que esta forma sea la mejor porque no hay arrepentimiento posterior y te despedís de las cosas a la Marie Kondo, agradeciendo y dejando ir con musiquita zen de fondo. En el otro caso es más heavy metal y revoleo de cosas.
Mi última recomendación es siempre tirar en bolsas con identificando lo que hay. Si podés agarrar bolsas para por ejemplo, no reciclables, ropa, cartón y papel, electrodomésticos, etc, vas a ayudar a los que trabajan como recicladores urbanos en caso de que haya en tu ciudad. Si no los hay, tal vez alguien tenga interés de revisar los electrodomésticos por partes, qué se yo. En mi casa teníamos la sana costumbre de agarrar cosas de la basura y mi papá arreglaba o reconstruía muchas cosas. Mi hermana sigue el mismo camino y su sillita de playa por ejemplo, fue agarrada de la basura. Yo, en temporada, juntaba un montón de cosas que los turistas dejaban y las arreglaba para uso cotidiano. Hoy compro porque me aburguesé y porque nadie tira nada que valga la pena en este edificio.
Nos vemos la semana que viene con más Minimalismo Real.