
Llegan las fiestas y ya hablamos un poco sobre ellas al charlar sobre cómo repensar esta época de excesos en las que nos llueven promociones, descuentos, y comprame que se acaba.
Pensando en eso y en el hecho de que se nos viene el ocho de diciembre y la armada del arbolito, reflexioné un poco sobre las fiestas y cómo las venimos celebrando en casa y cómo las vienen celebrando mis amigos. Y aquí algunas ideas para minimalizar cuestiones materiales, sociales y emocionales.
1- Decoraciones
Estamos hablando de minimalismo así que esta cuestión es una de las primeras. Si te gustan mucho las decoraciones navideñas, no hay ningún problema: mi abuela ponía mantel navideño en las fiestas y servilletas haciendo juego. Yo no tengo esa pasión fiestera de fin de año pero acepto de buen agrado a quienes la tienen.
Mi recomendación sobre decoraciones de fiestas es que te pongas un límite. Y el límite está dado por el espacio disponible que tenés para guardar esas decoraciones. No vale comprar y tirar porque eso es esconder tu exceso en relleno sanitario de tu región y ni esta ni las futuras generaciones te lo van a agradecer. Entonces buscá un espacio donde puedas guardar esas decoraciones que querés comprar que no te incomode durante el año, es decir, que no se te caigan o no las tengas que correr cada vez que querés agarrar algo. Tiene que estar en un lugar que sepas dónde queda y que puedas recurrir a él en un año. Buscá una caja, un cesto, algo que te permita guardar las decoraciones y no excedas el espacio que esta caja o cesto te da. Ahí podés dejar las luces, adornitos, guirnaldas, manteles y servilletas navideños. Y conforme pasen los años, es posible que tengas que reemplazar algunos. Pero no vas a tirar a cada año un montón de cosas y vas a satisfacer tus necesidades de decorar.
Otra opción es el gran “hacelo vos mismo”. Acá yo ni arbolito tengo, hacíamos uno con cartón y papel de revistas simbólico y nada más. Con los chicos creciendo, empezaron a querer decorar un árbol y aprovechamos una planta grande para eso. En los últimos tres años hicimos los adornitos con cartón, pintura y brillantina (no recomiendo esto último porque habrá brillantina hasta la siguiente Navidad por toda la casa). Ya el año pasado quisieron luces, unas guirnaldas y unos adornitos comprados además de los que hicimos. Y los guardé para este año junto a un Homero Simpson navideño que me regalaron hace más de diez años. No hay estrés, creamos memorias afectivas con los chicos y no los impido de tener arbolito porque “minimalismo”.
2- Compromisos
Parece que fin de año es cuando nos ponemos al día con todas las personas que no vimos en el año y empezamos a correr llenando la agenda de compromisos. ¿Qué tal si en vez de correr nos proponemos tener constancia con las personas que queremos y llamamos, mandamos mensajitos y nos comprometemos a estar más presentes el año que viene en vez de intentar empujar encuentros de a montones? Y realizar aquellos encuentros que nos son más significativos, inclusive si a las personas las vemos todos los días. Al final, uno quiere celebrar con quien ama.
Hay encuentros que no podemos dejar para después, claro, como las famosas fiestas de fin de año del trabajo o clubes o escuelas o cualquier evento medio obligatorio. Yo tengo suerte que todas las fiestitas con profesores a fin de año fueron siempre muy divertidas y fueron encuentros maravillosos pero entiendo que no todos tienen esa suerte y les toca ir igual. En este caso, cuando es difícil decir no por cuestiones sociales, pensemos en que es un buen momento para conocer mejor al otro aunque no vayamos a compartir mucho el año siguiente con esa persona o inclusive no nos caiga bien. Minimalizar los prejuicios sobre los otros también ayuda a hacer de estos compromisos algo más llevadero y nos abre más a las personas.
3- Encuentros familiares
Independientemente de cómo se conforme tu familia (sea de sangre o elegida), parece que las fiestas es momento de reencuentros, de compartir pero también de polarizaciones y discusiones que parecen que solo tienen lugar en esos momentos (o se exacerban en ese momento). De ver personas que queremos ver y personas que sabemos que no quieren estar ahí (ni vos tampoco).
Si los encuentros familiares te resultan compromisos difíciles, no está mal decir que no vas a ir esa noche pero que te encontrás con ellos al día siguiente por ejemplo. Si te cuesta o no querés ofender a nadie, siempre podés pasar unas horas y retirarte cuando la situación no sea confortable. Nadie está obligado a soportar o pasar malos momentos porque “estamos en familia”. Minimalizar las expectativas tuyas y las de los demás con respecto a lo que se espera de nosotros en las fiestas, es también parte de crecer como seres humanos y hasta mejorar los momentos de encuentros. Porque si te retirás una vez, dos veces, tres veces delante de situaciones incómodas, en algún momento va a caer la ficha del motivo y si la relación con las otras personas está destinada a crecer, ambas partes van a tratar de resolverlo. Caso contrario, a veces la distancia ayuda a sanar relaciones.
Recordemos que minimalismo no es sacar cosas de tu casa y nada más. El minimalismo es sacarnos de encima todo lo que nos hace mal y también, darse cuenta cuando somos nosotros los que hacemos mal con nuestras propias historias porque tal vez ese compañero que no te aguantás, en realidad es una buena persona pero a vos no te cayó algo bien y te quedaste con esa imagen sin darle nunca una oportunidad y por eso, ir a la fiesta de fin de año es un bajón.
Usemos estas fechas simbólicas para minimalizarnos. Y tengamos unas fiestas tranquilas.
Nos vemos la semana que viene con más Minimalismo Real.