
Llegó la primavera por estas latitudes y yo no puedo dejar de pensar en una de las canciones más lindas de mi infancia escrita y cantada por María Elena Walsh que siempre me hace pensar en la primavera:
“Mírenme, soy feliz, entre las hojas que cantan cuando atraviesa el jardín el viento en monopatín”.
María Elena Walsh
Y siempre me acuerdo de la primera primavera que mi compañero pasó, ya como habitante nativo de mi localidad y que me dijera: “la primavera en esta parte de Argentina es una cachetada de repente. ¡Mirá las flores!”.
La primavera y el otoño son mis estaciones del año preferidas porque en nuestra localidad son estaciones que exponen el paso del tiempo. Los colores en un lugar donde la playa se junta con la pampa, se transforman y la vida deja claro que funcionamos en ciclos. Hoy no estoy allá pero el sentimiento permanece y veo mis macetitas empezar a brotar en el mini jardín vertical que nos hicimos y soy feliz.
Pero la felicidad se me acaba cuando veo cosas que no deben estar en mi casa. Así, mucha alegría primaveral pero ese peluche que alguien trajo (los chicos), esos cuadernos que tienen una hoja y la persona dueña no los recicla porque le gustan las tapas (esa soy yo) o esa decimocuarta pieza impresa en 3D igual a las otras trece impresas antes que recorren la casa (ese es mi compañero) me hacen dejar de pensar en la primavera, los ciclos, los colores y la felicidad. Y aquí viene entonces…¡la limpieza de primavera!
En Estados Unidos es muy común que se hable de esto; la gente saca todo a la calle y lo venden entre vecinos o simplemente lo tiran. Pero es una costumbre que viene de otros lados; de hecho, anduve viendo que es de origen persa y esta costumbre se llama khaneh tekani que, literalmente significa “sacudir la casa” y se hace cerca del Nowruz o Año Nuevo Persa. Así que vamos a sacudir la casa en esta primavera (u otoño, según dónde estés).
1- Todos se ponen manos a la obra
Si vivís con otras personas, el khaneh tekani se caracteriza por ser un trabajo en equipo: toda la familia ayuda en la limpieza. Cada uno es responsable por sacarse de encima aquello que se transformó en un obstáculo físico y mental para prosperar. O sea, como charlamos en algún episodio sobre convivir con personas no minimalistas, no se le impone nada a nadie. Cada uno sabe cuál es su momento de deshacerse de aquello que ya no suma. Lo bueno de esta costumbre – o por lo menos, así lo veo yo- es que como es un trabajo colaborativo, siempre va a haber un cuestionamiento sobre qué mantener y qué no y ahí viene la familia al rescate. Preguntar, conversar, y decidir con otros es una buena forma de dejar ir las cosas sin sufrir mucho. Sobre todo con objetos sentimentales.
Si vivís solo, es un buen momento de reflexión también. Es un momento más intimista tal vez, pero que no deja de ser un sacudón cuando te enfrentes con esas cosas, físicas o mentales, que se han transformado en un obstáculo en tu vida.
2- Se limpia hasta el último rinconcito
Otra característica de este momento es que se suelen limpiar los lugares que dificilmente limpiamos durante el año (sí, parte de arriba del mueble de la cocina, te estoy mirando). Y para mí, este es el momento en el que me pregunto por qué tengo determinado mueble si no llego hasta arriba para limpiarlo o por qué esta mini alacena donde guardo cosas nunca es limpiada. Hay unos cestitos en el baño donde pongo las cosas del mes (o meses) por separado: en un cestito pongo cepillos de dientes que compro al por mayor, tres pastas de dientes que compro por menor precio por tres meses y la promoción de hilo dental que vienen tres por el precio de uno. En otro tengo los shampoos y cremas enjuagues para dos meses porque compro en promoción y los jabones también para dos meses. Y así con los otros tres. Lo gracioso es que cuando hago la reposición, solo agarro el cesto correspondiente, pongo lo que tengo que poner y lo devuelvo. Unas dos o tres veces por año limpio los cestos. Y oh, están sucios. No los limpio porque me dan trabajo sacarlos, lavarlos, secarlos, guardarlos, etc. Entonces tal vez no sea la mejor opción porque, inclusive me ha pasado de comprar reposición y tener todavía para un mes porque mi vista no llega hasta ellos. Por eso, limpiar hasta el último rinconcito nos ayuda a percibir cuánto de nuestra casa, sea grande o chiquita como la mía, está siendo usada y cómo está siendo usada. La casa no nos tiene que dar trabajo como para dejar rincones sin limpiar porque…cansancio, qué se yo. La casa es un lugar que nos tiene que acoger y gustar.
3- Dejar atrás los escombros
En una texto que leí sobre el khaneh tekani, decía que la costumbre es sobre “sacarse los escombros -o los restos, estaba en inglés- que creamos los últimos 12 meses”. Es un poco esa idea de que lo que no usamos o no necesitamos los últimos 12 meses, probablemente no lo vamos a necesitar los próximos tampoco. Pero a mí me gustó mucho esa idea de “sacarse los escombros, los restos”. Me fui a ver en la Real Academia Española sinónimos de escombros y tenemos cosas como desechos y desperdicios. Entonces, hagámonos los persas y miremos alrededor de casa identificando escombros, restos, desechos y desperdicios producidos los últimos meses, sean físicos o mentales. Ejemplos concretos en casa: restos son los proyectos truncados que nunca pasaron y me quedé con los materiales. A donarlos. Desperdicios es el medio kilo de la harina de trigo sarraceno que nos pareció inmunda a todos y no conseguimos encontrarle uso. Al compost. Restos es lo que queda de mi tiempo cuando no cuido mi agenda y empiezo a llenarme de cosas y proyectos que son imposibles de hacer. No quiero restos, quiero tiempo, así que chau restos de tiempo, bienvenido espacio en la agenda. Bueno, más o menos así lo vengo pensando yo. Fijate que escombros, restos, desechos o desperdicios podés sacarte de tu vida en esta limpieza de primavera.
Como ven, Minimalismo Real también es cultura y saliendo del famoso spring cleaning estadounidense, nos fuimos al Oriente para intentar ver de otra forma al minimalismo.
Los dejo con los versos finales de la canción del principio y que viva la primavera (o el otoño) y el recambio sazonal de la vida:
“Yo no soy un gran señor, pero en mi cielo de tierra cuido el tesoro mejor: mucho, mucho, mucho amor”.
María Elena Walsh